Un equipo de astrónomos acaba de publicar un trabajo que añade la existencia de un quinto planeta gigante al primitivo Sistema Solar. Este astro axplicaría uno de los misterios de nuestro sistema, que se refiere a la formación de las órbitas de los planetas.
Por lo que se conoce, cuando se formó el Sistema Solar, hace unos 4.500 millones de años, hubo un gran inestabilidad en las órbitas de los grandes planetas, hasta el punto que tendrían que haber acabado colisionando con la Tierra primigenia. Su conclusión es que si no ocurrió, se debe a que existía este misterioso cuerpo celeste.
La investigación, publicada en la revista 'Astrophysical Journal', se basa en simulaciones informáticas. Según David Nesvorny, del Southwest Research Institute, sus datos proceden del estudio de los muchos objetos pequeños que hay más allá de Neptuno, en el llamado 'Cinturón de Kuiper', y también del registro de cráteres que hay en la Luna.De su ánalisis ya se había concluido que cuando el Sistema Solar tenía sólo unos 600 millones de años, había una gran inestabilidad en las órbitas de los planetas gigantes, de los que ahora hay cuatro: Júpiter, Saturno, Neptuno y Urano. Debido a ello, infinidad de cuerpos pequeños se dispersaron (algunos de conforman el Cinturón de Kuiper), pero otros se acercaron hacia el Sol, afectando a la Tierra y la Luna.
Y lo mismo pasó con los grandes. Júpiter, por ejemplo, se habría movido hacia dentro del Sistema lentamente. El problema es que ese movimiento habría afectado a las órbitas de los planetas rocosos como la Tierra, que habría colisionado con sus vecinos, Marte o Venus.
El 'salto' de Júpiter
Los astrónomos, en trabajos previos, presentaron una alternativa que evitaba esta opción: propusieron que la órbita de Júpiter cambió con rapidez cuando se dispersó, alejandose de Urano o de Neptuno, durante ese periodo de inestabilidad. Este 'salto' de Júpiter habría sido menos dañino para el resto de los planetas pero, ¿qué lo causó?Nesvorny realizó millones de simulaciones informáticas para encontrar la respuesta. Si efectivamente Júpiter saltó dispersando a sus dos vecinos gigantes, uno de los dos tendría que haber sido expulsado del Sistema Solar, algo que tampoco ocurrió. "Había algo claramente incorrecto", afirma el investigador.
La única alternativa que se le ocurrió era que había habido un quinto planeta gigante en nuestro entorno cósmico. Y Nesvorny acertó: comprobó que, con esa simulación, todo volvía a su lugar. Ese astro debía haber sido expulsado del Sistema Solar en sus inicios. "Es una explicación que parece bastante concebible debido al descubrimiento reciente de una gran cantidad de planetas que flotan libremente en el espacio ineterestelar, sin orbitar ninguna estrella, lo que indica que estas eyecciones de planetas podían ser comunes", afirma Nesvorny.
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