Descubierto por la nave Kepler de la NASA, orbita un par de estrellas a 200 años luz de la Tierra
El observatorio espacial Kepler de la NASA ha descubierto, a 200 años luz de distancia de la Tierra, un planeta que, aunque frío y gaseoso en vez de un tórrido desierto, es lo más parecido al mundo ficticio Tatooine, el hogar del joven Skywalker, que los astrónomos han encontrado jamás. Como ocurre en StarWars, el nuevo Kepler-16b también tiene dos soles, con la diferencia de que los suyos son absolutamente reales. Se trata del primer planeta circumbinario -que orbita no una, sino dos estrellas- cuya existencia ha podido ser confirmada por los científicos.
«Una vez más, encontramos que nuestro Sistema Solar es solo un ejemplo de la variedad de sistemas planetarios que la naturaleza puede crear», afirma Josh Carter, del Centro Harvard-Smithsoniano de Astrofísica (CfA). Antes de que Kepler-16b apareciera en escena, otros planetas habían sido sospechosos de ser iluminados por dos soles, pero su tránsito nunca había sido detectado.
Dar con Kepler-16b no fue nada fácil. Según relatan en la revista Science, los astrónomos se dieron cuenta de la presencia de las dos estrellas porque se eclipsaban la una a la otra periódicamente. Un primer eclipse sucedía cuando la estrella más grande estaba parcialmente bloqueada por la pequeña y el segundo se producía cuando la pequeña quedaba completamente bloqueada por la grande. Sin embargo, observaron que el brillo del sistema disminuía sin un motivo aparente en intervalos irregulares, cuando no tocaba. Esto les hizo pensar que había un tercer objeto en discordia que, al pasar por delante, se delataba. Como las estrellas se encontraban en diferentes posiciones en su órbita cada vez que el tercer cuerpo hacía aparición, los investigadores dedujeron que el extraño compañero daba vueltas alrededor no de una, sino de las dos estrellas.
Las dos estrellas se orbitan entre sí cada 41 días a una distancia media de 21 millones de millas, mientras que el planeta Kepler 16-b las orbita cada 229 días a 65 millones de millas (similar en número de días a la órbita de Venus). El nuevo mundo es parecido a Saturno tanto en tamaño como en masa y, posiblemente, es bastante frío, con una temperatura en la superficie que oscila entre -100 y -150 grados Fahrenheit, ya que sus dos soles son considerablemente más pequeños y fríos que el nuestro. Es muy difícil que reúna condiciones para la vida, pero su hallazgo demuestra la diversidad de planetas en nuestra galaxia.
«Este descubrimiento es asombroso», afirma Alan Boss, investigador del Instituto Carnegie para la Ciencia. «Una vez más, lo que antes solo era ciencia ficción se ha convertido en realidad».
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