Los restos del satélite UARS no caerán sobre Estados Unidos, según reveló la NASA esta madrugada. El ingenio se precipitará sobre algún otro lugar del planeta, aunque el punto exacto no podrá determinarse hasta dos horas antes del impacto. De los 150 fragmentos en los que se romperá el satélite, 26 sobrevivirán a la entrada en la atmósfera. En total, las partes que caigan pesarán 532 kg.
A medida que se acerca el momento de su impacto, la NASA va revelando nuevos detalles sobre la caída de su satélite de observación atmosférica UARS, un ingenio del tamaño de un autobús (diez metros de largo por cuatro y medio de ancho) y un peso de 6.500 kg. que fue desactivado en 2005 y que desde entonces, igual que otros muchos ingenios espaciales, vuela a la deriva alredor de la Tierra en una órbita que le llevará inevitablemente a estrellarse.
Durante la madrugada de ayer (por la tarde en EE.UU), la agencia espacial tranquilizó a los norteamericanos y afirmó que el UARS no estará sobrevolando los Estados Unidos en el momento de su reentrada en la atmósfera. Los norteamericanos, pues, pueden estar tranquilos. No así el resto de los ciudadanos del mundo, que en algún momento de la tarde de mañana, viernes, (hora EDT, en España será de noche), podrían ver una brillante bola de fuego volando sobre sus cabezas y estrellándose contra el suelo.
Cuando penetre en la atmósfera y se encuentre a una altura comprendida entre los 45 y los 80 km., el satélite se romperá por lo menos en 150 pedazos diferentes. La mayor parte de ellos se quemará antes de caer al suelo, pero 26 de esos fragmentos (los que están fabricados con berilio, titanio y acero) sobrevivirán a la entrada y caerán a tierra, quedando esparcidos en un radio de unos mil kilómetros.
Sin embargo, no hay modo de saber exactamente en qué lugar del planeta se encuentra esa área de caída. Y no podrá saberse hasta dos horas antes del impacto. La agencia espacial rusa se aventuraba anoche a decir que será en el mar, cerca de Papúa Nueva Guinea, pero la NASA no quiso ayer confirmar este punto. Existe demasiada incertidumbre, y será así hasta casi el último momento, ya que los factores en juego son muchos y muy variables. Las únicas regiones que quedan excluídas son las polares: Groenlandia en el norte y la Antártida en el sur. Más allá de eso no es posible realizar predicciones fiables. Es necesario tener en cuenta que en estos momentos el UARS gira sobre sí mismo como una peonza (como se aprecia en el vídeo sobre estas líneas, captado por un astrónomo aficionado), lo cual implica que no se conocerá su ángulo de entrada hasta el último momento. La resistencia de la atmósfera y la acción del viento solar son otros de los factores a tener en cuenta y que podrían modificar la trayectoria prevista. Así que habrá que esperar.
En cuanto al riesgo de que algún fragmento pueda herir a alguna persona, las probabilidades se han estimado en una entre 3.200. Es decir que hay una sola posibilidad entre 3.200 de que una persona (cualquier persona) pueda resultar herida. Y si damos por bueno que la población mundial es de 7.000 millones de personas, ese número significa que sólo existe una posibilidad entre 22.400.000.000.000 de que esa persona sea precisamente usted (o yo). A medida que se vaya precisando el área de caída, el número de probabilidades aumentará para los habitantes de ese área concreta y se convertirá en cero para los que viven en cualquier otra parte del planeta.
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