Analizando fósiles bien conservados de la colección de la Sima de los Huesos de Atapuerca, en Burgos, científicos españoles han estimado la estatura de especies como Homo heidelbergensis, que habitó Europa durante el Pleistoceno Medio y es antepasado de los neandertales. Los resultados, publicados en la revista Journal of Human Evolution y de los que se hace eco la agencia SINC, muestran que tanto los hombres como las mujeres de la población de la Sima de los Huesos eran solo ligeramente más altos en promedio que los hombres y mujeres neandertales. “Ni unos ni otros pueden calificarse como humanos de baja estatura, sino que se sitúan dentro de las categorías de individuos medianos y supermedianos, aunque entre ellos haya también individuos altos”, aseguran los expertos. La estatura de estas dos especies se parecería mucho a la que presentan las poblaciones actuales que viven en latitudes medias, como las de Europa central y mediterránea.
Según los investigadores, dejando al margen las especies de biotipo pequeño como Homo habilis (Este de África), Homo georgicus (Georgia) y Homo floresiensis (Isla de Flores), todos los humanos conocidos del Pleistoceno Inferior y Medio que habitaron África (Homo ergaster, Homo rhodesiensis), Asia (Homo erectus) y Europa (Homo antecessor, Homo heidelbergensis y Homo neanderthalensis) parecen presentar durante la mayor parte de este período también estaturas medianas y supermedianas, “aunque entre todas ellas podamos encontrar siempre algún individuo alto o muy alto”, señalan. Esto quiere decir que la estatura del género Homo ha permanecido más o menos estable en el tiempo durante casi 2 millones de años, hasta la aparición hace tan solo 200.000 años en África “de una especie rompedora en este sentido”, el Homo sapiens, cuyos primeros representantes eran significativamente más altos que los de cualquier otra especie que hubiera existido hasta ese momento.
“El Homo sapiens presenta un cuerpo más estrecho, huesos más ligeros, estatura más elevada y piernas más largas”, aclara José Miguel Carretero Díaz, coautor de la investigación. Estos rasgos, además de implicar un menor peso corporal (menor masa muscular), favorecen una zancada más larga, mayor velocidad y menor coste energético para mover el cuerpo, caminar y correr. La peculiar anatomía del hombre moderno, concluyen los investigadores, pudo representar una gran ventaja para la supervivencia en Eurasia durante el Pleistoceno Superior, cuando dos especies humanas inteligentes (los neandertales y los cromañones de cuerpo ligero) tuvieron que afrontar duras condiciones climáticas, cambios drásticos en los ecosistemas y competencia ecológica entre ellas.
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