Tras ocho años de estudio, biólogos del Centro John Innes de Norwich, este de Inglaterra, descubrieron que el gen PIF4 activaba el proceso de floración cuando se alcanzaba una temperatura determinada. "Nos preguntábamos cuál era el interruptor por el que las plantas florecían cuando se llegaba a una temperatura concreta. Descubrimos que en las plantas mutadas en las que este gen estaba inactivo, la floración no se producía en respuesta a la subida de la temperatura", explicó a Efe el biólogo Philip Wigge.
En su estudio, cuyos resultados recoge esta semana la revista científica "Nature", los biólogos analizaron una pequeña flor conocida con el nombre científico de "Arabidopsis thaliana", nativa de Europa, Asia y el norte de África y famosa por ser la primera planta en tener su genoma totalmente secuenciado. "Elegimos esta flor porque se dispone de mucha información sobre ella, lo que nos permitía avanzar muy rápido en la investigación", detalló Wigge.
Existen dos mecanismos que permiten a las plantas responder a la llegada de la primavera: medir la duración del día y las alteraciones de la temperatura. La mayoría de las especies vegetales han evolucionado para utilizar ambas señales, sin embargo, algunas ignoran una de estas dos fuentes de información y se centran en la otra para determinar el momento de su floración.
Según un estudio estadounidense, aquellas plantas que se guían exclusivamente por la duración de los días se han adaptado peor a los cambios climáticos y muchas especies han terminado por extinguirse, mientras que aquellas que florecen en respuesta a la temperatura han proliferado a lo largo del tiempo. El gen identificado ahora por el equipo de Wigge parece estar presente en todas las plantas vasculares -aquellas que contienen raíces, tallo y hojas-, lo que incluye a los árboles y a la mayoría de los cultivos.
Los científicos han podido contrastar este hallazgo con el mapa genético de otras especies, como el arroz o el trigo, y han comprobado que también cuentan con el gen PIF4. Wigge investiga ahora cómo aplicar este descubrimiento a los principales cultivos, con el objetivo de mejorar su resistencia ante los cambios climáticos. "Estamos muy interesados en ver cómo la elevación de las temperaturas afecta a los cultivos, porque sabemos que por cada grado que se eleva la temperatura global, el rendimiento de cultivos como el trigo o algunas frutas se reduce en un 10 %", afirmó el experto.
Conocer el mecanismo por el que la temperatura afecta al desarrollo de las plantas permitiría a los científicos alterar la temperatura mínima que necesita la planta para florecer. "Nos gustaría crear plantas de cultivo que tengan una respuesta diferente ante temperaturas más cálidas, de forma que su rendimiento no se reduzca tanto", aventuró Wigge.
Si las previsiones manejadas en la última Cumbre sobre Cambio Climático celebrada en Durban (Sudáfrica) se cumplen, la temperatura global de la Tierra ascenderá cuatro grados este siglo, lo que tendrá un "efecto dramático" sobre la vegetación.
"Las plantas van a responder de forma diferente a estos cambios. Si no disponemos de las herramientas para diseñar mejores plantas, observaremos un descenso importante de la productividad de los cultivos en los próximos años", advirtió el investigador.
En su estudio, cuyos resultados recoge esta semana la revista científica "Nature", los biólogos analizaron una pequeña flor conocida con el nombre científico de "Arabidopsis thaliana", nativa de Europa, Asia y el norte de África y famosa por ser la primera planta en tener su genoma totalmente secuenciado. "Elegimos esta flor porque se dispone de mucha información sobre ella, lo que nos permitía avanzar muy rápido en la investigación", detalló Wigge.
Existen dos mecanismos que permiten a las plantas responder a la llegada de la primavera: medir la duración del día y las alteraciones de la temperatura. La mayoría de las especies vegetales han evolucionado para utilizar ambas señales, sin embargo, algunas ignoran una de estas dos fuentes de información y se centran en la otra para determinar el momento de su floración.
Según un estudio estadounidense, aquellas plantas que se guían exclusivamente por la duración de los días se han adaptado peor a los cambios climáticos y muchas especies han terminado por extinguirse, mientras que aquellas que florecen en respuesta a la temperatura han proliferado a lo largo del tiempo. El gen identificado ahora por el equipo de Wigge parece estar presente en todas las plantas vasculares -aquellas que contienen raíces, tallo y hojas-, lo que incluye a los árboles y a la mayoría de los cultivos.
Los científicos han podido contrastar este hallazgo con el mapa genético de otras especies, como el arroz o el trigo, y han comprobado que también cuentan con el gen PIF4. Wigge investiga ahora cómo aplicar este descubrimiento a los principales cultivos, con el objetivo de mejorar su resistencia ante los cambios climáticos. "Estamos muy interesados en ver cómo la elevación de las temperaturas afecta a los cultivos, porque sabemos que por cada grado que se eleva la temperatura global, el rendimiento de cultivos como el trigo o algunas frutas se reduce en un 10 %", afirmó el experto.
Conocer el mecanismo por el que la temperatura afecta al desarrollo de las plantas permitiría a los científicos alterar la temperatura mínima que necesita la planta para florecer. "Nos gustaría crear plantas de cultivo que tengan una respuesta diferente ante temperaturas más cálidas, de forma que su rendimiento no se reduzca tanto", aventuró Wigge.
Si las previsiones manejadas en la última Cumbre sobre Cambio Climático celebrada en Durban (Sudáfrica) se cumplen, la temperatura global de la Tierra ascenderá cuatro grados este siglo, lo que tendrá un "efecto dramático" sobre la vegetación.
"Las plantas van a responder de forma diferente a estos cambios. Si no disponemos de las herramientas para diseñar mejores plantas, observaremos un descenso importante de la productividad de los cultivos en los próximos años", advirtió el investigador.
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